LA BARONESA LIBRERIA
El fuego y la ceniza, más que los extremos opuestos, son los polos articuladores de la experiencia poética de Ana María Oviedo Palomares, su termodinámica de la expre- sión y del afecto. La brevedad del poema es fruto de un rigor de síntesis que prescinde de toda metáfora y de todo derroche para ir directo al punto, en busca de una preci- sión verbal que obedezca al detalle de vida y pronto calle, esparcida en la página como un abismo o intersticio entre la palabra y el cuerpo. La voz emerge en ese abismo para enunciar y denunciar los fallidos espejos de un yo que se quiso, sin poderlo, ser substancia. Esta VoZ de mujer pro- viene de un reverso, un desengaño y un secreto. La mujer del poeta puede decir su deseo irrealizable, su anhelo sin destino, cuando el poeta se encuentra yerto y desnudo desposeído ya de la palabra. Una poesía escrita en segunda persona, como una invitación al diálogo en la que el inter- locutor sólo hace silencio, un silencio que expresa la pesantez de lo imposible. Un epigrafe de Luis Cernuda inserto en el poemario nos revela por sí solo su clave maestra: "el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe".
colección poesía acirema
El fuego y la ceniza, más que los extremos opuestos, son los polos articuladores de la experiencia poética de Ana María Oviedo Palomares, su termodinámica de la expre- sión y del afecto. La brevedad del poema es fruto de un rigor de síntesis que prescinde de toda metáfora y de todo derroche para ir directo al punto, en busca de una preci- sión verbal que obedezca al detalle de vida y pronto calle, esparcida en la página como un abismo o intersticio entre la palabra y el cuerpo. La voz emerge en ese abismo para enunciar y denunciar los fallidos espejos de un yo que se quiso, sin poderlo, ser substancia. Esta VoZ de mujer pro- viene de un reverso, un desengaño y un secreto. La mujer del poeta puede decir su deseo irrealizable, su anhelo sin destino, cuando el poeta se encuentra yerto y desnudo desposeído ya de la palabra. Una poesía escrita en segunda persona, como una invitación al diálogo en la que el inter- locutor sólo hace silencio, un silencio que expresa la pesantez de lo imposible. Un epigrafe de Luis Cernuda inserto en el poemario nos revela por sí solo su clave maestra: "el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe".
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