LA BARONESA LIBRERIA
No tengo amigos, tengo amores teje un relato biográfico urdido con la aguda labia de Pedro Lemebel, autor irreductible cuya voz u´nica se deja oir en estas páginas. Forjado con extractos de setenta y dos entrevistas, que se inician a mediados de los noventa y culminan solo meses previos a su muerte, este volumen contiene sus reflexiones políticas y vitales con una transparencia punzante. Porque Lemebel era, antes que todo, un orador desbordante que desestabilizaba a cualquier interlocutor. Dueño de una pluma afilada, barroca, cargada de dardos de certeza e ironía, Lemebel desnudo´ las heridas y las supuestas glorias nacionales desde la periferia de los cenáculos y camarillas literarias. Su legado es una escritura ineludible y un modelo para comprender la transgresión política desde la teoría del género. Sus opiniones impactaron como un certero gancho izquierdo a la mandíbula de las pulcras conciencias de la transición. No tengo amigos, tengo amores, refleja al Lemebel crítico y teórico, que fundía experiencia y política y sospecho´ siempre de la “cueca democrática”. Un autor que seguiremos leyendo el próximo siglo, que nos hablo´ de frente, sin pestañear: “No necesito disfraz/ aquí esta´ mi cara/ hablo por mi diferencia”.
No tengo amigos, tengo amores teje un relato biográfico urdido con la aguda labia de Pedro Lemebel, autor irreductible cuya voz u´nica se deja oir en estas páginas. Forjado con extractos de setenta y dos entrevistas, que se inician a mediados de los noventa y culminan solo meses previos a su muerte, este volumen contiene sus reflexiones políticas y vitales con una transparencia punzante. Porque Lemebel era, antes que todo, un orador desbordante que desestabilizaba a cualquier interlocutor. Dueño de una pluma afilada, barroca, cargada de dardos de certeza e ironía, Lemebel desnudo´ las heridas y las supuestas glorias nacionales desde la periferia de los cenáculos y camarillas literarias. Su legado es una escritura ineludible y un modelo para comprender la transgresión política desde la teoría del género. Sus opiniones impactaron como un certero gancho izquierdo a la mandíbula de las pulcras conciencias de la transición. No tengo amigos, tengo amores, refleja al Lemebel crítico y teórico, que fundía experiencia y política y sospecho´ siempre de la “cueca democrática”. Un autor que seguiremos leyendo el próximo siglo, que nos hablo´ de frente, sin pestañear: “No necesito disfraz/ aquí esta´ mi cara/ hablo por mi diferencia”.