LA BARONESA LIBRERIA

Nunca podemos descansar del todo (Milena Caserola) se mueve entre la cotidianeidad y lo fantástico. El título del libro refleja no solo el del primer cuento, sino también la inquietud que recorre cada uno de estos doce relatos, con personajes incómodos en los mundos que habitan.


En este volumen se entrecruzan historias sobre cadáveres embalsamados que no se resignan a ser tales, una anciana que, rituales mediante, desafía el paso del tiempo, una mujer en un tratamiento de fertilidad agotador junto a una planta que no para de crecer y adolescentes manipuladoras que fabulan romances o esperan su primera menstruación junto a un prostíbulo.


Las que llevan el pulso de la narración son mujeres, buscando su identidad en el marco de una topografía que muchas veces no eligieron. La inquietud que las habita probablemente trascienda el papel. ¿Pero, a qué responden y cómo nacieron estas historias?


Dos cuentos surgieron del territorio incierto entre la vigilia y el sueño, cuando la racionalidad se rinde ante las ideas más alucinadas. El mundo onírico me reveló una curiosa sociedad que, en lugar de enterrar a sus muertos, los embalsamaba sentados, y a los que convertí en protagonistas de “Nunca podemos descansar del todo”.

Nunca podemos descansar del todo, Gabriela Meyer

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Nunca podemos descansar del todo (Milena Caserola) se mueve entre la cotidianeidad y lo fantástico. El título del libro refleja no solo el del primer cuento, sino también la inquietud que recorre cada uno de estos doce relatos, con personajes incómodos en los mundos que habitan.


En este volumen se entrecruzan historias sobre cadáveres embalsamados que no se resignan a ser tales, una anciana que, rituales mediante, desafía el paso del tiempo, una mujer en un tratamiento de fertilidad agotador junto a una planta que no para de crecer y adolescentes manipuladoras que fabulan romances o esperan su primera menstruación junto a un prostíbulo.


Las que llevan el pulso de la narración son mujeres, buscando su identidad en el marco de una topografía que muchas veces no eligieron. La inquietud que las habita probablemente trascienda el papel. ¿Pero, a qué responden y cómo nacieron estas historias?


Dos cuentos surgieron del territorio incierto entre la vigilia y el sueño, cuando la racionalidad se rinde ante las ideas más alucinadas. El mundo onírico me reveló una curiosa sociedad que, en lugar de enterrar a sus muertos, los embalsamaba sentados, y a los que convertí en protagonistas de “Nunca podemos descansar del todo”.

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